
El silencio puede llevarnos a la escucha interior y ser una herramienta para conectar en intimidad con nosotras mismas.
Ahora bien, ¿cuántas veces te has callado para que los demás no se enfaden? ¿Para que no te abandonen? ¿Para no entrar en conflicto? ¿Cuántas veces te has callado porque pensabas que lo que ibas a decir era una “tontería”?
Muchas veces nos hemos castrado o alguien nos ha silenciado. Nos quedamos contenidos, sin poder expresar nuestras sensaciones, emociones, pensamientos…
Tenemos miedo porque el vínculo puede estar en juego.
Pero, si no hablas, si no te permites expresarte, si alguien te silencia. ¿Tú dónde quedas? ¿Dónde queda el respeto a una misma? ¿De verdad creemos que entonces eso que no se dice no influye en nuestra relación?
Si me callo, probablemente eso que no digo saldrá de otras formas. Porque lo que siento, pienso… se transforma en acciones o inacciones.
Es importante tener en cuenta cómo nos comunicamos. Como expresamos lo que nos pasa, porque una cosa es expresarme y otra “vomitar” al otro lo que me pasa.
Una cosa es hablar, poder sacar fuera y otra diferente responsabilizar al otro de lo mío.
La comunicación no violenta, así como otras herramientas nos ayudan a poder expresarnos desde la responsabilidad y el cuidado hacia mi y hacia las demás.
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